domingo, 10 de abril de 2011

CUENTOS FUGACES

El malo
Confiésome, Padre, que he pecado con el pensamiento, con mi obra y con mi acción: crucifiqué a Jesús.

ANORMALIDAD
Los rayos del sol calcinaron al vampiro sonámbulo.

ACHARES
Aconsejada por Yago, su ángel de la guarda, Desdémona asesinó a Otelo en un arranque de celos.
EXEQUIAS
Congregados en el cementerio, celebramos el más bello y solemne oficio religioso. Un funeral lleno de flores, de coronas, de frases sentidas, de elogios a las virtudes terrenas del difunto. Hubo ayes de dolor, desmayos y ropas desgarradas. Cuando terminó todos se fueron. ¡Me dejaron solo dentro de mi tumba!

EL REMEDIO
Se quejaba siempre, vociferando. El día de pascuas, le creció una cola.  Aterrado, gritó. Y le creció el hocico. Y gritó. Le crecieron las orejas. Gritaba, pataleando. Cayó en cuatro patas. Impotente, extenuado, durmió su pesadilla.
Al día siguiente, volvió a la normalidad.
Hoy es un hombre mudo, feliz.

EL FANTASMA
Leyó compulsivamente, todo lo que los autores escribieron sobre leyendas, misterio, fantasía, ciencia ficción, horror, asesinatos. Aprendió tarot, conjuros, magia negra, vudú, ritos satánicos. Habita, eternamente, en una casona de un pueblo abandonado, arrastrando cadenas.

EL DESEO
El cartero soportó, todo el dia, el intenso dolor de su pierna derecha, mientras repartía las tarjetas e Navidad. Ofreció el sufrimiento a cambio del milagro que aliviara su miseria. En su cuarto, encontró que la molestia, era un enorme diamante en su zapato.
Esa misma noche, le amputaron tres dedos del pie, necrosados.

LA SEÑAL
El hombre, se regocijó cuando la paloma llegó volando, se posó en su hombro y, con el pico, besó su mejilla. ¡Qué ternura! ¡Qué excelsa señal! Pensó retener al ave que le daba tales muestras de afecto.
Un niño de cabellos revueltos y de ojos tristes, se acercó compungido.
-Es  mía. Mi paloma siempre se despide de la gente que está próxima a morir.

RETROVISION
Detrás de mis ojos, tengo otros dos ojos que se abren, cuando duermo, para mirar mis sueños.

SEMEJANTE
Cuando el dinosaurio despertó; Monterroso, no.

EL FINAL
Cuando el anciano recogía sus pasos, vio que sus pasos venían a su encuentro con zapatos ajenos.

LA SOLUCIÓN
Era tan avaro que se doctoró en economía.

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